Tuesday, May 10, 2011

facto: wrap up

No sé cómo, pero sucedió.

Dos o tres libros se deshojaron, Chiapas se materializó con la sorpresa de toda su jotería (aparentemente mocha) y yo caminé borracho por las angostas calles de San Cristóbal apestando a ginebra y agua tónica. 

Después, volví a ver ese otro pueblo que siempre huele a leña recién cortada y tamales de elote, volví a escuchar esos pájaros que ensordecen el amanecer y el atardecer con sus desesperadas gargantas (hacen falta pistolas para derribarlos de los árboles de mango) y descubrí que está poblado de adolescentes que se emborrachan afuera de la discoteca y se escurren entre los jardines que la rodean. Allí estaban las montañas, tan cerca, que parecen que se nos caen encima, y allí los hombres regalando miradas pecaminosas...¡qué dan gusto!

Y luego, la ciudad de méxico. El regreso siempre es triunfal. Encontré, casi por inercia, entre las populadas calles de la roma, una memoria olvidada que volvió a encenderse. ¡Ay, pinche corazón! Y luego, Burroughs, que me dijo esta tarde (mientras la pierna izquierda hacía que cerrara los ojos de tanto dolor):


Mexico City is a terminal of space-time travel, a waiting room where you grab a quick drink while you wait for your train. That is why I can stand to be in Mexico City or New York. You are not stuck; by the fact of being there at all, you are travelling. (William S. Burroughs, Queer,117).


Aquí le paro. Ya va a empezar a llover.

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