
Leía a Ortega y Gasset en el autobús, sobre Paseo de la Reforma, hasta que de pronto reconocí en la punta de la lengua un amago de náusea. El autor recién gritaba que el arte no es para todos, que exige entendimiento, pero que no todos entienden.
Vengo de poner el libro en santa paz. La lluvia no deja nada en paz.
Vengo de poner el libro en santa paz. La lluvia no deja nada en paz.
(Llueve)
Así se comienza un viaje alrededor del mundo sin siquiera salir de mi propia recámara (dixit Gide via Villaurrutia).
Pilatos de Servando Cabrera Moreno.
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